viernes, 22 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 29 de abril , sábado ( 14 )

Con el tiempo acabaría acostumbrándome  también a estos sofocantes escenarios en los que , por supuesto , se movió a diario el rabí de Galilea .
Y al encararme al fin con la puerta de doble hoja del hogar de los Zebedeo la feroz duda me contuvo . Aquellos instantes de vacilación serían decisivos  . me estremezco al pensar en lo que hubiera sucedido si , como era mi intención , acierto a golpear la madera .
Al otro lado del muro , en el patio a cielo abierto , se escuchaban voces . Reconocí algunas . Simón Pedro , Juan Zebedeo , Natanael , Andrés y Tomás discutían , gritaban y se pisaban las palabras entre continuas imprecaciones , insultos y maldiciones.
Agucé el oído y creí comprender las razones de la nueva trifulca.
El sol volaba hacia el cenit y , al parecer , la pretendida aparición del Maestro no se había producido . Simón Pedro , impaciente e inmisericorde , volvía por sus fueros  , atacando al grupo de Juan , que obviamente pretendía apurar la tregua . Pero , de la polémica inicial - esperar o no hasta las tres de la tarde -, unos y otros terminaron por pasar a la insolencia ya los ataques personales . Simón , encabezando a los que deseaban la inmediata movilización de los << embajadores del reino >> , acusaba a los prudentes de << mujeres asustadizas , comadrejas , repugnantes e indignos seguidores del Hijo de un Dios >>. El Zebedeo , por su parte , no le iba a la zaga . Secundado por los no menos airados Andrés , Mateo leví y el << oso >> de Caná , replicó en plena histeria que allí el único cobarde era Pedro . Y mordaz e hiriente , sacó a flote las cuatro negaciones . Y aplastando la enroquecida voz de Simón Pedro , en uno de sus típicos arrebatos de vanidad , recordó a los presentes que él , << era el discípulo amado por Jesús : el único que recostaba la cabeza en su pecho >>.
Me negué a seguir escuchando . Y abatido me retiré , caminando sin rumbo . De haber penetrado en el caserón en tan críticos instantes  , sólo Dios sabe lo que hubiera sido de aquel odiado pagano .
Y sin darme cuenta me vi frente al estrecho , quebrado y turbulento río Zají . La fuente de Saidan , al otro extremo del puente de piedra  sin parapetos  , se hallaba solitaria .Contemplé distraído el puñado de casas y chozas  que se apelotonaban junto a la dársena  y , necesitado de un poco de sosiego , me encaminé por la margen derecha del Zají al encuentro con la playa .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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