miércoles, 20 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 29 de abril , sábado ( 6 )

Y como decia , un problema aparentemente inocuo - el canje de moneda - terminaría enconándose y arrastrándome a una situación límite .
El estúpido olvido me descompuso . Si el vigilante reclamaba el << peaje >> - no más allá de un as ( un denario de plata quivalía a veinticuatro ases )-, ¿ que podía hacer ? ¿ Mostrarles el aureus ? Suponiendo que aceptara , ¿ a qué me arriesgaba  ? Probablemente a ser robado en el cambio . ¿ Pasaba de largo ? Me negué en redondo . La presencia de dos soldados , al pie de una de las corpulentas higueras que sombreaba la fachada de la casona , me inclinó a conducirme con cautela .
Y despacio , simulando naturalidad , fui a situarme frente a los mercenarios . Casi ni me miraron . Y continuaron conversando en una jerga indescifrable para quien esto escribe . Supuse que se trataba de voluntarios - generalmente sirios , tracios , españoles , o germánicos - , integrantes de las tropas auxiliares . Lejos de la rigida disciplina que imponían los suboficiales , acosados por la alta temperatura , se habían desembarazado de las corazas anatómicas , de los jubones de cuero sobre los que descansaban habitualmente las armaduras y de los cascos metálicos . Todo ello , junto a las picas , gladius y escudos cuadrangulares , descansaba a corta distancia , a la sombra del árbol . Unas túnicas rojas , de mangas cortas hasta los codos , constituían el único vestuario ..., de momento .
Y tras unos segundos de vacilación , extrañado ante la ausencia del griego que revisara días antes la malograda cesta de víveres , me atreví a interrumpirlos , preguntando por el funcionario . Pero sólo obtuve silencio y malas caras . Sospechando que no comprendían el arameo galaico , repetí la cuestión en koiné , el griego << descafeinado >> de uso común en todo el Mediterráneo . El resultado fue igualmente negativo . Peor aún . Evidentemente mplestos por la insistencia de aquel extranjero , uno de los mercenarios - por toda respuesta  - fue a lanzar un salivazo a una cuarta de mis sandalias . Estaba claro . Y procurando sortear un posible conflicto , di media vuelta , alejándome hacia la calzada .
Y me felicité por la oportuna ausencia del funcionario . Pero la alegría duró poco.
Un sonoro << ¡ Bastardo ! >> me obligó a detenerme .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinex

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