Proseguí por el segundo y deplorable senderillo , sorteando los charcos y las peligrosas nubes de mosquitos que sumbaban a diestro y siniestro . Aquellos quinientos metros , hasta la desembocadura del Jordán , constituían una seria amenaza para el viajero . Y lamenté haber dejado el manto en la nave . La senda se abría paso con dificultad entre un mosaico de lagunas de aguas verdosas y poco recomendables , infectadas de cañas , adelfas , juncos de mar , papiros y un espinoso entramado de arbustos enanos . Sólo las bandadas de martín pescadores de pecho blanco y espalda azul verdosa , revoloteando inquietas sobre los tulipanes de fuego , las varas de azucenas y los perfumados matorrales de menta , ponían una nota tranquilizadora en el insalubre y chirriante pantano .
Y al fin , junto al delta , divisé a lo lejos una negra y emborronada Saidan . Y me sentí nuevamente inquieto . ¿ Cómo abordar el caseron de los Zebedeo ? ¿ Cómo salvar la dura oposición de Juan ?
Los últimos mil metros - lo reconozcos - fueron un suplicio . Aminoré la marcha , pensando a gran velocidad. Imposible . No conseguí armar una sola idea que me permitiera entrar en la casa y oermanecer en ella con naturalidad .
A mi izquierda , en un terreno llano y despejado , entre garbanzos y bancales de habas , empecé a distinguir las siluetas de los campesinos , acarreando cubos o entregados al cuidado de la tierra .
Y continué el avance con un creciente nerviosismo .
Tenía que hallar una solución....
A la derecha del camino , a poco más de cincuenta metros , el yam dejaba oír su voz con un rítmico y seco golpeteo sobre la playa .
Una solución...
E impotente - con la mente en blanco - me detuve unos instantes frente a la colonia de plácidas tortugas que sesteaba al sol de la mañana .
Quizá exageraba . Quizá - como apuntó Eliseo - las cosas se presentasen bajo un signo favorable Y presa de las dudas lancé una nueva mirada a la aldea .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y al fin , junto al delta , divisé a lo lejos una negra y emborronada Saidan . Y me sentí nuevamente inquieto . ¿ Cómo abordar el caseron de los Zebedeo ? ¿ Cómo salvar la dura oposición de Juan ?
Los últimos mil metros - lo reconozcos - fueron un suplicio . Aminoré la marcha , pensando a gran velocidad. Imposible . No conseguí armar una sola idea que me permitiera entrar en la casa y oermanecer en ella con naturalidad .
A mi izquierda , en un terreno llano y despejado , entre garbanzos y bancales de habas , empecé a distinguir las siluetas de los campesinos , acarreando cubos o entregados al cuidado de la tierra .
Y continué el avance con un creciente nerviosismo .
Tenía que hallar una solución....
A la derecha del camino , a poco más de cincuenta metros , el yam dejaba oír su voz con un rítmico y seco golpeteo sobre la playa .
Una solución...
E impotente - con la mente en blanco - me detuve unos instantes frente a la colonia de plácidas tortugas que sesteaba al sol de la mañana .
Quizá exageraba . Quizá - como apuntó Eliseo - las cosas se presentasen bajo un signo favorable Y presa de las dudas lancé una nueva mirada a la aldea .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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