viernes, 15 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 28 de abril , viernes - año 30 ( 48 )

Fue entonces cuando recordé las prisas de los caravaneros . Efectivamente , con el atardecer del viernes , el pueblo judío festejaba la entrada del día santo por excelencia  . Y buena parte de las actividades quedaba en suspenso. Aunque comerciantes o campesinos fueran paganos , dicha paralización los afectaba también indirectamente . De ahí las urgencias por alcanzar sus destinos y cargar o descargar las mercaderías antes de la puesta del sol . Negocios , tratos y pagos debían resolverse - al menos entre israelitas y entre éstos y gentiles- antes de que un << hilo blanco pudiera confundirse con uno negro >>.
Y mientras prodeguía la marcha me pregunté  por el anómalo comportamiento de los felah en la puerta << norte >> . ¿ Podía guardar relación con la cercanía del sábado ? No me parecía lógico . Faltaban unas cuatro horas para el ocaso . Un tiempo más que sobrado para ganar cualquiera de los objetivos situados en el yam o en sus proximidades .
Y encogiéndome de hombros , incapaz de soventar el misterio , olvidé el asusnto.
Aceleré el paso , concentrándome en la ruta y en la última fase del viaje : el delicado ingreso en el módulo . La ausencia de las << crótalos >> podía complicar mi reunión con Eliseo . Según lo planeado , al llegar a la altura de Migdal debería establecer la conexión , vía laser  . Como ya expliqué  en su momento , las sandalias << electrónicas >> habían sido dotadas de un segundo dispositivo - alojado también en la suela - que permitía  al piloto ubicado en la << cuna >> el seguimiento por radar de su compañero . Un microtransmisor emitía impuklsos  electromagnéticos  a razón de 0,0001385segundos que , debidamente amplificados en la << vara de Moisés  >> , eran << transportados >> mediante láser hasta las pantallas de la nave . Este enlace , puramente informativo , venía a sustituir la conexión auditiva , válida tan sólo en un radio máximo de qince mil pies.
A lo largo de los dos primeros kilómetros la calzada fue encajonándose entre los altos farallones rojizos del macizo del har o monte Arbel y un peligroso talud ( a mi derecha ) , de cuatro o cinco metros  que caía casi vertical sobre las aguas del lago . Y empecé a observar algo que no resultaba normal. La ruta presentaba  un escaso movimiento de viajeros . Más aún : el fluir de caminantes sólo se registraba  en dirección a Tiberíades .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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