Santiago intentó silenciarle , tapando su boca con la mano izquierda . Fue inútil . El Zebedeo , agitándose como un banbú , logró zafarse y redondear sus propósitos : - ¡ Idolatría ! ... ¿ Nos acusan de idolatría por tu causa !
Y el recuerdo de la pintada me confundió del todo . ¿ De qué estaba hablando ? ¿ Por qué me culpaba?
Y Santiago , hastiado , zanjó la poco edificante escena como supo y pudo . Sin mediar palabra lanzó un seco y certero cabezazo contra la frente del enrojecido discípulo . Y el neurótico se desplomó inconsciente .
Durante algunos minutos - intensamente largos para mí -, el embarazoso silencio sólo se vio quebrado por el lejano canto de las alondras y el eco de aquellos enfurecidos gritos en mi cerebro .
¿ Qué quiso decir ? En sus ataques , entre la maraña de insultos y despropósitos , creí detectar algo muy concreto y preciso . ¿ Qué tenía que ver este griego - pagano , por supuesto - con la acusación de la idolatría ? ¿ Qué me ocultaban ? ¿ Por qué mi bolsa de hule , en efecto , formaba parte del << aviso >>?
Y empecé a sospechar que algo había escapado a mi control.
Las vertiginosas reflexiones fueron canceladas ante la proximidad de un Santiago visiblemente alterado . Y no le culpo . El inesperado desaire del Zebedeo colmó la generosa medida de su paciencia .
Me observó nervioso . Esquivó mi inquisidora mirada y se disculpó secamente en nombre del discípulo y de la familia .
Le abordé tratando de aclarar los rérminos de la grave acusación . Pero el galileo , sin ocultar el cansancio que le producía aquella triste historia , rehuyó el tema respondiendo con un cortante << Olvídalo >>.
Y dando media vuelta , recuperó el odre y vació los restos con violencia sobre el rostro del derrumbado Juan. Y el aturdido discípulo , incorporándose con dificultad , lanzó un mudo reproche a cuantos le rodeaban , alejándose por la senda que conducía a Caná .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y el recuerdo de la pintada me confundió del todo . ¿ De qué estaba hablando ? ¿ Por qué me culpaba?
Y Santiago , hastiado , zanjó la poco edificante escena como supo y pudo . Sin mediar palabra lanzó un seco y certero cabezazo contra la frente del enrojecido discípulo . Y el neurótico se desplomó inconsciente .
Durante algunos minutos - intensamente largos para mí -, el embarazoso silencio sólo se vio quebrado por el lejano canto de las alondras y el eco de aquellos enfurecidos gritos en mi cerebro .
¿ Qué quiso decir ? En sus ataques , entre la maraña de insultos y despropósitos , creí detectar algo muy concreto y preciso . ¿ Qué tenía que ver este griego - pagano , por supuesto - con la acusación de la idolatría ? ¿ Qué me ocultaban ? ¿ Por qué mi bolsa de hule , en efecto , formaba parte del << aviso >>?
Y empecé a sospechar que algo había escapado a mi control.
Las vertiginosas reflexiones fueron canceladas ante la proximidad de un Santiago visiblemente alterado . Y no le culpo . El inesperado desaire del Zebedeo colmó la generosa medida de su paciencia .
Me observó nervioso . Esquivó mi inquisidora mirada y se disculpó secamente en nombre del discípulo y de la familia .
Le abordé tratando de aclarar los rérminos de la grave acusación . Pero el galileo , sin ocultar el cansancio que le producía aquella triste historia , rehuyó el tema respondiendo con un cortante << Olvídalo >>.
Y dando media vuelta , recuperó el odre y vació los restos con violencia sobre el rostro del derrumbado Juan. Y el aturdido discípulo , incorporándose con dificultad , lanzó un mudo reproche a cuantos le rodeaban , alejándose por la senda que conducía a Caná .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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