lunes, 25 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 29 de abril , sábado ( 24 )

Y sin intervalo alguno , con el eco de la última frase en mi cerebro , todo recuperó la normalidad . El viento arremetiçó contra las espigadas llamas , humillándolas , y el yam despertó con sus habituales sonidos  .
Pedro , con las manos sobre la borda  y el rostro vuelto hacia el lugar que había << ocupado >> el Resucitado ,seguía con la boca abierta . Los íntimos , con la misma expresión de asombro , no aceraban a moverse . En cuanto a la gente - anclada como árboles -, terminó levantando las miradas , buscando en el cielo una explicación a lo inexplicable .
Finalmente , los gemelos  de Alfeo rompieron a gritar , liquidando la paralización general . Y unos y otros  , saltando , llorando , riendo y abrazándose , convirtieron la playa - esta vez sí - en una auténtica fiesta .
Y quien esto escribe  - más confundido que nadie - se dejó caer sobre la arena  , incapaz de razonar.
Era la tercera aparición en Galilea . Muy breve . Inferior quizá a los diez segundos , pero clara y rotunda .
Ninguno de los evangelistas  habla de ella . Sólo Juan hace un inconcreta alusión cuando , en el capítulo 20 de su evangelio , afirma que << Jesús realizó otras señales en presencia de los discípulos , que no están escritas en este libro >> . Y yo me pregunto ¿ por qué no fue escrita ? ¿ Es que no era lo suficientemente importante ? Tratándose del Maestro y , sobre todo , de una soberbia demostración de la existencia de la vida después de la muerte , por supuesto que sí . ¿ Qué fue entonces lo que ocurrió ? ¿ Perdió la memoria el Zebedeo ? A mi corto entender sólo cabe una posible explicación : Juan sucumbió de nuevo a su incorregible vanidad , concediendo prioridad a su buena imagen y , de paso , a la del resto del colegio apostólico . Si en evangelista se hubiera decidido a contar lo acaecido en las primeras horas de la tarde de aquel sábado frente a la aldea de Saidan , una de dos : o mentía o escribía la verdad . Y optó por una tercera vía : el silencio .
De haber sido fiel a los hechos habría tenido que razonar el orqué de la presencia de aquellas gentes en la playa . Eso significaba el reconocimiento de una división entre los << sagrados embajadores del reino >>. Más aún : tendría que haber admitido que él y parte del grupo se mantuvieron alejados del brillante discurso de Simón Pedro durante buena parte del mismo . E igualmente , que terminaron cediendo . Tanta sinceridad no parecía prudente en aquellos difíciles albores de la comunidad cristiana ...E invito al desconocido lector de este diario a que explore los cuatro textos evangélicos . No encontrará un solo párrafo en el que se intuya la más mínima división entre los íntimos del Maestro.
Autor : J.J Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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