Aguardé tenso . Y al poco comprendiendo que habían sido descubiertos , dos individuos se destacaron sigilosos entre la arboleda , reuniéndose en la pista . Y caminaron resueltos hacia quien esto escribe .
Y en décimas de segundos fui consciente del error cometido en la aduana y del porqué del brusco cambio de actitud del funcionario .
Los dejé avanzar.
Las rojas túnicas - ahora negros - y los gladius que empuñaban - brillando en un blanco fulgurante - los identificaron al punto . También las intenciones de los mercenarios parecían claras . Pero este explorador no estaba dispuesto a ceder . El aureus seguiría conmigo .
Al llegar a cinco o seis metros se detuvieron . La intensa carrera desarrollada para darme alcance los había cubierto de sudor . Rostros , brazos , manos y piernas aparecían teñidos de un amenazador color azul verdoso .
Y , deslizando los dedos hacia el clavo láser de gas , me preparé .
Los soldados , apuntando con las temibles espadas de doble filo , señalaron la bolsa que colgaba del ceñidor . Entendí perfectamente : reclamaban el dinero .
Yo sabía que , aunque se lo entregase , aquella basura no respetaría mi vida . Una denuncia ante el jefe de la guarnición en Nahum podría conducirlos a la muerte por apaleamiento .
E inmovil , con las mandíbulas apretadas y el semblante endurecido , aguardé la primera acometida .
Irritados ante mi insolencia , repitieron la demanda , blandiendo las hispanicus con impaciencia y pronunciando la palabra << Aureus >> , la única que , al parecer , dominaban a la perfección . Pero sólo obtubieron silencio y un rictus de desprecio .
Agotada la paciencia , uno de ellos levantó el gladius por encima de la cabeza , dispuesto a segar la reunión - y mi vida - expeditivamente . En ese instante , un << hilo >> de luz negra partió del cayadohaciendo blanco - con una potencia de cincuenta vatios -en los desnudos dedos que sobresalían entre el cuero de la sandalia derecha . Y berreando cayó a mis pies . La quemadura , aunque superficial , le in utilizaría durante algún tiempo.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y en décimas de segundos fui consciente del error cometido en la aduana y del porqué del brusco cambio de actitud del funcionario .
Los dejé avanzar.
Las rojas túnicas - ahora negros - y los gladius que empuñaban - brillando en un blanco fulgurante - los identificaron al punto . También las intenciones de los mercenarios parecían claras . Pero este explorador no estaba dispuesto a ceder . El aureus seguiría conmigo .
Al llegar a cinco o seis metros se detuvieron . La intensa carrera desarrollada para darme alcance los había cubierto de sudor . Rostros , brazos , manos y piernas aparecían teñidos de un amenazador color azul verdoso .
Y , deslizando los dedos hacia el clavo láser de gas , me preparé .
Los soldados , apuntando con las temibles espadas de doble filo , señalaron la bolsa que colgaba del ceñidor . Entendí perfectamente : reclamaban el dinero .
Yo sabía que , aunque se lo entregase , aquella basura no respetaría mi vida . Una denuncia ante el jefe de la guarnición en Nahum podría conducirlos a la muerte por apaleamiento .
E inmovil , con las mandíbulas apretadas y el semblante endurecido , aguardé la primera acometida .
Irritados ante mi insolencia , repitieron la demanda , blandiendo las hispanicus con impaciencia y pronunciando la palabra << Aureus >> , la única que , al parecer , dominaban a la perfección . Pero sólo obtubieron silencio y un rictus de desprecio .
Agotada la paciencia , uno de ellos levantó el gladius por encima de la cabeza , dispuesto a segar la reunión - y mi vida - expeditivamente . En ese instante , un << hilo >> de luz negra partió del cayadohaciendo blanco - con una potencia de cincuenta vatios -en los desnudos dedos que sobresalían entre el cuero de la sandalia derecha . Y berreando cayó a mis pies . La quemadura , aunque superficial , le in utilizaría durante algún tiempo.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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