Pero lo que más me llamó mi atención entre aquello rebaños fue el aro de madera que portaban en el hocico muchas de las ovejas . Al examinarlos comprendí el porqué . Los responsables del ganado amarraban a la madera brotes de pimienta , provocando el estornudo del animal y la expulsión de los insectos que se colaban en las fosas nasales . De esta forma evitaban algunas de las enfermedades que los diezmaban.
Allí se alquilaban porteadores de todas las edades - desde niños a ancianos - por unas míseras leptas o un plato de comida .
Allí , por último , holgazaneaba , dormitaba o intrigaba lo más selecto de la picaresca , del bandidaje , de los aventureros y de los huidos de la justicia . Tiberíades - como tendríamos oportunidad de comprobar más adelante - se distinguía del resto de las poblaciones de Galilea por un talante tan abierto y liberal que , irremediablemente , terminó convirtiéndola en el refugio de toda suerte de malhechores e indeseables .
Aquel submundo , a pesar de su peligrosidad , ejercía sobre mí una irresistible fascinación . Y tengo que reconocer que esta debilidad me arrastraría a más de un conflicto . Pero ¿ qué podía hacer ? Y durante más de una hora disfruté y me saturé de aquel pueblo liso y llano . Un pueblo - lo anuncio ya -, mezcla de judíos y gentiles , que sería el auténtico protagonista en la vida pública de Jesús de Nazaret . Fueron aquellos lamentos de mendigos y lisiados , aquellas chillonas reclamaciones de las << burritas >> , aquellas monótonas e infatigables cantinelas de comerciantes , porteadores y aguadores y aquella atmósfera densa y sofocante - entre polvo , sudor y balidos de ovejas y carneros -, lo que rodeó casi de continuo el ir y venir del Maestro.
Y cuando me disponía a reanudar la marcha , una segunda advertencia salió a mi encuentro . Me hallaba absorto contemplando y escuchando a un curioso personaje que , subido en el filo de uno de los sillares de la muralla , intentaba a duras penas alzar su bronca voz sobre la algarabía general .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Allí se alquilaban porteadores de todas las edades - desde niños a ancianos - por unas míseras leptas o un plato de comida .
Allí , por último , holgazaneaba , dormitaba o intrigaba lo más selecto de la picaresca , del bandidaje , de los aventureros y de los huidos de la justicia . Tiberíades - como tendríamos oportunidad de comprobar más adelante - se distinguía del resto de las poblaciones de Galilea por un talante tan abierto y liberal que , irremediablemente , terminó convirtiéndola en el refugio de toda suerte de malhechores e indeseables .
Aquel submundo , a pesar de su peligrosidad , ejercía sobre mí una irresistible fascinación . Y tengo que reconocer que esta debilidad me arrastraría a más de un conflicto . Pero ¿ qué podía hacer ? Y durante más de una hora disfruté y me saturé de aquel pueblo liso y llano . Un pueblo - lo anuncio ya -, mezcla de judíos y gentiles , que sería el auténtico protagonista en la vida pública de Jesús de Nazaret . Fueron aquellos lamentos de mendigos y lisiados , aquellas chillonas reclamaciones de las << burritas >> , aquellas monótonas e infatigables cantinelas de comerciantes , porteadores y aguadores y aquella atmósfera densa y sofocante - entre polvo , sudor y balidos de ovejas y carneros -, lo que rodeó casi de continuo el ir y venir del Maestro.
Y cuando me disponía a reanudar la marcha , una segunda advertencia salió a mi encuentro . Me hallaba absorto contemplando y escuchando a un curioso personaje que , subido en el filo de uno de los sillares de la muralla , intentaba a duras penas alzar su bronca voz sobre la algarabía general .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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