La agria pelea me confundió . Y recordé la flotilla de cuervos junto a la << cuna >> . ¿ Cómo finalizaría la jornada ?
Naturalmente , ninguno de estos conflictos sería reseñado famás por los evangelistas . Su imagen - debieron de calcular - no salía bien parada . Creo que se equivocaron . Después de todo sólo eran hombres . Si hubieran guardado fidelidad a los hechos , los futuros creyentes y seguidores del Maestro lo habrían comprendido y aceptado , venerando con más fuerza , si cabe , su memoría . Pero ¿ de qué me extranaba ?Otros sucesos - infinitamente más importantes - también fueron silenciados .
La costa se hallaba desierta . Frente a la media docena de escalinatas de piedra que permitía el acceso a la aldea por aquella zona descansaba una veintena de lanchas , varadas sobre una << arena >> basáltica roja , negra y blanca , encendida por el impacable sol del mediodía . De pronto , el maabarit comenzó a mecer las barcas ancladas en la orilla . Continué paseando entre amasijos de redes y lanchones y , lentamente , sin proponérmelo , fui a parar a la << quinta piedra >> , el atraque de los Zebedeo la roca prismática de medio metro de altura , con un orificio en la parte superior ( a manera de << ojal >> ) , que servía para amarrar los cabos , sujetando las embarcaciones fondeadas cerca de la playa .
Algunos de los barcos que faenaban frente a la primera desembocadura del Jordán extendieron las velas , aprovechando las primeras brisas . Y el yam comenzó a rizarse . Las gaviotas , montadas en el viento , se reagruparon , animando a los pescadores con sus chillidos .
Eché una ojeada a la casa de los Zebedeo . Aparentemente parecía tranquila .
Y agobiado por el calor - quizá rondásemos los 30º centígrados - me dirigí al agua . Deposité cayado y sandalias entre losm guijarros y suavemente me introduje en el lago . El relativo frescor me serenó . Humedecí rostro y brazos y , por espacio de lagunos minitos , permanecí plácidamente con los ojos cerrados y la cara levantada hacia el poderoso sol . Aquella bendición me ayudó a olvidar momentáneamente lo desafortunado de mi situación.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Naturalmente , ninguno de estos conflictos sería reseñado famás por los evangelistas . Su imagen - debieron de calcular - no salía bien parada . Creo que se equivocaron . Después de todo sólo eran hombres . Si hubieran guardado fidelidad a los hechos , los futuros creyentes y seguidores del Maestro lo habrían comprendido y aceptado , venerando con más fuerza , si cabe , su memoría . Pero ¿ de qué me extranaba ?Otros sucesos - infinitamente más importantes - también fueron silenciados .
La costa se hallaba desierta . Frente a la media docena de escalinatas de piedra que permitía el acceso a la aldea por aquella zona descansaba una veintena de lanchas , varadas sobre una << arena >> basáltica roja , negra y blanca , encendida por el impacable sol del mediodía . De pronto , el maabarit comenzó a mecer las barcas ancladas en la orilla . Continué paseando entre amasijos de redes y lanchones y , lentamente , sin proponérmelo , fui a parar a la << quinta piedra >> , el atraque de los Zebedeo la roca prismática de medio metro de altura , con un orificio en la parte superior ( a manera de << ojal >> ) , que servía para amarrar los cabos , sujetando las embarcaciones fondeadas cerca de la playa .
Algunos de los barcos que faenaban frente a la primera desembocadura del Jordán extendieron las velas , aprovechando las primeras brisas . Y el yam comenzó a rizarse . Las gaviotas , montadas en el viento , se reagruparon , animando a los pescadores con sus chillidos .
Eché una ojeada a la casa de los Zebedeo . Aparentemente parecía tranquila .
Y agobiado por el calor - quizá rondásemos los 30º centígrados - me dirigí al agua . Deposité cayado y sandalias entre losm guijarros y suavemente me introduje en el lago . El relativo frescor me serenó . Humedecí rostro y brazos y , por espacio de lagunos minitos , permanecí plácidamente con los ojos cerrados y la cara levantada hacia el poderoso sol . Aquella bendición me ayudó a olvidar momentáneamente lo desafortunado de mi situación.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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