Al asomarme al lago , la miseria humana que había dejado atrás se vio mitigada ante el sereno azul del Kennereth . Inspiré codicioso , llenando los pulmones con el perfume de unas aguas mansamente rizadas por el viento del oeste . Decenas de velas blancas , rojas y negras abrían el pequeño mar con estelas breves , casi infantiles , seguidas o sobrevoladas por nerviosos averíosde gaviotas . Y al fondo , al norte , rabioso de luz , el nevado Hermón , una cadena montañosa en la que viviríamos uno de los más íntimos momentos con el añorado Maestro . Y al recrearme en el plateado sosiego de Saidan y Nahum - las ciudades de Jesús -, el recuerdo del << gigante >> me atropelló . ¡ Cómo le echaba de menos ! ¡ Qué fuerza , qué magnetismo , qué singular embrujo irradiaba aquel Hombre para que , en tan corto periodo de tiempo , llegara a obsesionarme ! Y allí mismo , a la vista de la verdeante colina en la que reposaba la invisible << cuna >> , me planteé la atractiva posibilidad de adelantar el tercer << salto >> en el tiempo . El deseo de reunirme de nuevo con El , de contemplarle , escucharle y seguir sus pasos , empezaba a desplazar peligrosamente el interes por el resto de las misiones que teníamos encomendadas . Sí , lo haría en cuanto pisara el módulo : hablaría abiertamente con mi hermano , manifestándole la ansiedad que , gota a gota , estaba colmando mi espíritu .
Y atrapado por la sugestiva idea apenas si presté atención a la << perla >> del lago : la ciudad de Tiberíades , blanca , bulliciosa , estirada a mis pies y confiada a la sombra de la altiva y centelleante fortaleza erigida a ciento noventa metros sobre el nivel del yam en su flanco oeste .
Y animado ante la proximidad de la ladera en la que aguardaba Eliseo - a dos horas escasas de camino -, descendí confiado por la pendiente que desembocaba en la << via maris >> . La calzada romana procedente del sur , bordeaba la orilla occidental del Kennereth , pasando a cincuenta metros de la puerta << norte >> de la referida capital . Mo propósito era simple : ingresar en dicha arteria y , sin detenerte , rodeando Migdal y las restantes poblaciones , acceder al módulo alrededor de la hora décima ( las cuatro de la tarde ) . Pero mis buenos deseos - como iré narrando - contaban poco para el nada rectilíneo Destino .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y atrapado por la sugestiva idea apenas si presté atención a la << perla >> del lago : la ciudad de Tiberíades , blanca , bulliciosa , estirada a mis pies y confiada a la sombra de la altiva y centelleante fortaleza erigida a ciento noventa metros sobre el nivel del yam en su flanco oeste .
Y animado ante la proximidad de la ladera en la que aguardaba Eliseo - a dos horas escasas de camino -, descendí confiado por la pendiente que desembocaba en la << via maris >> . La calzada romana procedente del sur , bordeaba la orilla occidental del Kennereth , pasando a cincuenta metros de la puerta << norte >> de la referida capital . Mo propósito era simple : ingresar en dicha arteria y , sin detenerte , rodeando Migdal y las restantes poblaciones , acceder al módulo alrededor de la hora décima ( las cuatro de la tarde ) . Pero mis buenos deseos - como iré narrando - contaban poco para el nada rectilíneo Destino .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto