De haber rodeado dicha población hubieramos podido acceder al sendero que marchaba hacia Maghar , acortando la distancia al Ravid . Pero , como digo , por prudencia , optamos por una senda alejada de las carreteras habituales . Dicha << senda >> corría paralela al generoso cauce del Zalmon , desafiando la cerrada << jungla >> que prosperaba en su margen izquierda , El obligado avance por esta orilla del río - erizada de altas espadañas , papiros , venenosas adelfas , juncos de laguna y los míticos << aravah >> o sauces de diminutas y verdosas flores - nos inclino a reforzar una de las ya habituales medidas de seguridad : la << piel de serpiente >>. Y no nos equivocamos . Aquel trecho , al igual que otras áreas pantanosas por las que nos vimos forzados a caminar , encerraba un permanente y peligroso riesgo : los numerosos insectos transmisores de enfermedades como el paludismo , la fiebre amarilla , filariasis , oncocercosis , dengue , leishmaniasis , tifus , y tripanosomiasis , entre otras . Tal y como pudimos observar en las frecuentes caminatas por aquella << jungla >> del Zalmon , las colonias de Anopheles - el mosquito responsable de la malaria o el paludismo - iban prosperando con la primavera y las altas temperaturas . No podíamos arriesgarnos a contraer una de estas graves dolencias . Y aunque fuimos vacunados convenientemente y respetábamos las periódicas dosis de fármacos antiinfecciosos , hicimos bien en extender la protección de la referida << piel de serpiente >> a la totalidad del rostro , cuello , manos y piernas . Desde ese primero de mayo , por tanto , todas las salidas de la nave fueron precedidas de la correspondiente pulverización general del cuerpo del explorador .
A tres kilómetros del puente , en una amplia y casi perfecta curva de doscientos metros , el río se ensanchaba considerablemente , ofreciendo una serie de vados que permitía un cómodo paso . Aquella curva - conocida entre nosotros como la << herradura >> era el final de lo que designamos igualmente como la << jungla >> , el tramo más laborioso y comprometido en el referido camino hacia el Ravid . Quinientos metros más allá ( en dirección sudoeste ) , tras cruzar unas incultas cañadas de poco más de cincuenta metros de profundidad , el explorador arribaba al fin al camino de tierra negra y esponjosa que se perdía hacia Maghar.Aquella ruta , destinada como digo para acceder al << portaaviones >> , nos situaba en migdal en cuestión de veinte minutos ( alrededor de dos kilómetros ). Pero sólo sería utilizada en los descensos . Para el retorno a la colina de las Bienaventuranzas decidimos suprimir los tres kilómetros de << jungla >> , abordando la << vía maris >> por esta carretera que , repito , llevaba a Migdal y Maghar , respectivamente .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
A tres kilómetros del puente , en una amplia y casi perfecta curva de doscientos metros , el río se ensanchaba considerablemente , ofreciendo una serie de vados que permitía un cómodo paso . Aquella curva - conocida entre nosotros como la << herradura >> era el final de lo que designamos igualmente como la << jungla >> , el tramo más laborioso y comprometido en el referido camino hacia el Ravid . Quinientos metros más allá ( en dirección sudoeste ) , tras cruzar unas incultas cañadas de poco más de cincuenta metros de profundidad , el explorador arribaba al fin al camino de tierra negra y esponjosa que se perdía hacia Maghar.Aquella ruta , destinada como digo para acceder al << portaaviones >> , nos situaba en migdal en cuestión de veinte minutos ( alrededor de dos kilómetros ). Pero sólo sería utilizada en los descensos . Para el retorno a la colina de las Bienaventuranzas decidimos suprimir los tres kilómetros de << jungla >> , abordando la << vía maris >> por esta carretera que , repito , llevaba a Migdal y Maghar , respectivamente .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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