domingo, 10 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 28 de abril , viernes - año 30 - ( 27 )

Consulté el sol . Rondaba ya la hora tercia ( las nueve de la mañana ) . Y al abandonar el negruzco y descarnado piso de tierra prensada de la carretera  que unía el mar del Kennereth con Mrgiddó  y la llanura de Esdrelón , al oeste de Israel , surgió el primer contratiempo . Mejor dicho , el primer aviso.
Frente a mí , en la dirección de Tir´an , apareció una pareja de esforzados campesinos  , arreando con sus varas una reata de dóciles onagros , los asnos  de cuello curvo y tiesas y llamativas orejas . Transportaban gavillas de lino recién cortado , con las flores azul celeste oscilando al nervioso trote de los jumentos . Y al cruzarse con aquel larguirucho individuo , tocado con tan aparatoso y enrojecido lienzo sobre la frente , despues de responder a mi puntual y respetuoso << Shalom alekh hem >> ( la paz sea con vosotros ) , sin poder contenerse estallaron en un enorme río de carcajadas . Me volví intrigado , al tiempo que torcían hacia la polvorienta senda que se empinaba hacia Caná . Y uno de ellos , al percibir mi extrañeza , doblado por la risa , fue a tocar el trapo colorado que colgaba entre los ojos de uno de los animales , aludiendo con exagerados gestos al lienzo - teñido por la sangre de la Señora - que caía sobre mis espaldas . Y me pareció entender el porqué del alborozo y de las chanzas de los felah . Tal y como había observado entre los supersticioso judíos , raro era el viajero que emprendía una marcha  - por muy corta que fuera  - sin colocar uno de aquellos trapos granates o una cola de zorro la testuz de su caballería . No hacerlo podía significar un accidente seguro .E imaginé que aquélla era la primera vez que veían un lienzo rojo , no sobre la frente del asno o del caballo , que era lo correcto , sino en la del caminante .
Y advertido tuve especial cuidado en deshacerme del paño y del denario . Guardé el lienzo en la vacía  bolsa de hule y , al hacer lo propio con la moneda  , caí en la cuenta de que no tuve la delicadeza  de ponerla en manos de Ruth , devolviéndola así a su dueña . Aquel descuido me sublevó . Pero este pasajero enfado se vio eclípsado por otra preocupación que arrastraba desde Nazaret y que , removida por la cadena de sucesos  que ya he relatado , se mantenía agazapada  en un segundo plano . Y durante  un buen trecho del viaje se alzó oscura y despiadada .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto