Consulté el sol . Rondaba ya la hora tercia ( las nueve de la mañana ) . Y al abandonar el negruzco y descarnado piso de tierra prensada de la carretera que unía el mar del Kennereth con Mrgiddó y la llanura de Esdrelón , al oeste de Israel , surgió el primer contratiempo . Mejor dicho , el primer aviso.
Frente a mí , en la dirección de Tir´an , apareció una pareja de esforzados campesinos , arreando con sus varas una reata de dóciles onagros , los asnos de cuello curvo y tiesas y llamativas orejas . Transportaban gavillas de lino recién cortado , con las flores azul celeste oscilando al nervioso trote de los jumentos . Y al cruzarse con aquel larguirucho individuo , tocado con tan aparatoso y enrojecido lienzo sobre la frente , despues de responder a mi puntual y respetuoso << Shalom alekh hem >> ( la paz sea con vosotros ) , sin poder contenerse estallaron en un enorme río de carcajadas . Me volví intrigado , al tiempo que torcían hacia la polvorienta senda que se empinaba hacia Caná . Y uno de ellos , al percibir mi extrañeza , doblado por la risa , fue a tocar el trapo colorado que colgaba entre los ojos de uno de los animales , aludiendo con exagerados gestos al lienzo - teñido por la sangre de la Señora - que caía sobre mis espaldas . Y me pareció entender el porqué del alborozo y de las chanzas de los felah . Tal y como había observado entre los supersticioso judíos , raro era el viajero que emprendía una marcha - por muy corta que fuera - sin colocar uno de aquellos trapos granates o una cola de zorro la testuz de su caballería . No hacerlo podía significar un accidente seguro .E imaginé que aquélla era la primera vez que veían un lienzo rojo , no sobre la frente del asno o del caballo , que era lo correcto , sino en la del caminante .
Y advertido tuve especial cuidado en deshacerme del paño y del denario . Guardé el lienzo en la vacía bolsa de hule y , al hacer lo propio con la moneda , caí en la cuenta de que no tuve la delicadeza de ponerla en manos de Ruth , devolviéndola así a su dueña . Aquel descuido me sublevó . Pero este pasajero enfado se vio eclípsado por otra preocupación que arrastraba desde Nazaret y que , removida por la cadena de sucesos que ya he relatado , se mantenía agazapada en un segundo plano . Y durante un buen trecho del viaje se alzó oscura y despiadada .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Frente a mí , en la dirección de Tir´an , apareció una pareja de esforzados campesinos , arreando con sus varas una reata de dóciles onagros , los asnos de cuello curvo y tiesas y llamativas orejas . Transportaban gavillas de lino recién cortado , con las flores azul celeste oscilando al nervioso trote de los jumentos . Y al cruzarse con aquel larguirucho individuo , tocado con tan aparatoso y enrojecido lienzo sobre la frente , despues de responder a mi puntual y respetuoso << Shalom alekh hem >> ( la paz sea con vosotros ) , sin poder contenerse estallaron en un enorme río de carcajadas . Me volví intrigado , al tiempo que torcían hacia la polvorienta senda que se empinaba hacia Caná . Y uno de ellos , al percibir mi extrañeza , doblado por la risa , fue a tocar el trapo colorado que colgaba entre los ojos de uno de los animales , aludiendo con exagerados gestos al lienzo - teñido por la sangre de la Señora - que caía sobre mis espaldas . Y me pareció entender el porqué del alborozo y de las chanzas de los felah . Tal y como había observado entre los supersticioso judíos , raro era el viajero que emprendía una marcha - por muy corta que fuera - sin colocar uno de aquellos trapos granates o una cola de zorro la testuz de su caballería . No hacerlo podía significar un accidente seguro .E imaginé que aquélla era la primera vez que veían un lienzo rojo , no sobre la frente del asno o del caballo , que era lo correcto , sino en la del caminante .
Y advertido tuve especial cuidado en deshacerme del paño y del denario . Guardé el lienzo en la vacía bolsa de hule y , al hacer lo propio con la moneda , caí en la cuenta de que no tuve la delicadeza de ponerla en manos de Ruth , devolviéndola así a su dueña . Aquel descuido me sublevó . Pero este pasajero enfado se vio eclípsado por otra preocupación que arrastraba desde Nazaret y que , removida por la cadena de sucesos que ya he relatado , se mantenía agazapada en un segundo plano . Y durante un buen trecho del viaje se alzó oscura y despiadada .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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