Ahora estaba seguro . Hablaba del << gigante >> .
Y refugiándose en el incidente de las piedras - aceptándolo como una confirmación de esa inminente llegada del reino -, fue a refrendar sus pensamientos con un pasaje del libro de Jeremías ( 43,8-12 ) :
- << Toma en tus manos piedras grandes y las hundes en el cemento de la terraza que hay a la entrada del palacio del farón ... Y así habló el Dios de Israel : " He aquí que yo mando en busca de mi siervo , el rey de Babilonia , y pondrá su sede por encima de estas piedras ..., y desplegará su pabellón sobre ellas . "" >>
Aunque el texto , evidentemente , se refería a Nabucodonosor , guardé un respetuoso silencio. En cierto modo le asistía la razón . El << prodigio >> del láser estaba anunciando una nueva era . Y tanto mi hermano como yo , en efecto , podíamos considerarnos como << enviados >> , aunque de un << reino >> muy diferente . Sea como fuere , la << mágica >> presencia de estos exploradores en aquel remoto << ahora >> venía a confirmar lo ya dicho : los caminos , hilos y artes de ese inmenso y sabio Ab-bea parecen sostenerse - mas que por la inteligencia - gracias a una inagotable imaginación .
Y concluido el solemne discurso , el buen hombre procedió a presentarse . Dijo llamarse Murashu o Muraschu . El nombre me snó familiar . Residía en Tiberíades y ejercía la profesión de monopolei ( una especie de mayorista en el comercio de trigo , nieve , pescado , fruta y cualquier otra mercancía susceptible de ser importada o exportada ) . Y empecé a atar cabos . ¡ Cuán extraño es el Destino ! Aquel individuo era el contacto del que me había hablado Elías Marcos al abandonar su casa en Jerusalén . Pero discretamente , no mencioné al padre del joven Juan Marcos . En aquellos momentos - dadas las prisas por retomar el módulo - no tenía mucho sentido .
Insistió en que su casa se vería honrada con mi visita .
Por último , introduciendo los dedos de la mano izquierda en la faja tomó una mugrienta bolsa de lana y extrajo una moneda . El bronceado rostro se iluminó y en tono suplicante rogó que la aceptara :
- El Maestrom nos enseñó a dar sin interes ni compromiso . Recíbela en nombre de todos .
Y aproximando el aureus , lo depositó en la palma de mi mano. Cerró los dedos y , a manera de despedida , subrayó:
- Un poco de oro y un mucho de gratitud ... Que el Todopoderoso , que Ab-ba , te siga guiando.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y refugiándose en el incidente de las piedras - aceptándolo como una confirmación de esa inminente llegada del reino -, fue a refrendar sus pensamientos con un pasaje del libro de Jeremías ( 43,8-12 ) :
- << Toma en tus manos piedras grandes y las hundes en el cemento de la terraza que hay a la entrada del palacio del farón ... Y así habló el Dios de Israel : " He aquí que yo mando en busca de mi siervo , el rey de Babilonia , y pondrá su sede por encima de estas piedras ..., y desplegará su pabellón sobre ellas . "" >>
Aunque el texto , evidentemente , se refería a Nabucodonosor , guardé un respetuoso silencio. En cierto modo le asistía la razón . El << prodigio >> del láser estaba anunciando una nueva era . Y tanto mi hermano como yo , en efecto , podíamos considerarnos como << enviados >> , aunque de un << reino >> muy diferente . Sea como fuere , la << mágica >> presencia de estos exploradores en aquel remoto << ahora >> venía a confirmar lo ya dicho : los caminos , hilos y artes de ese inmenso y sabio Ab-bea parecen sostenerse - mas que por la inteligencia - gracias a una inagotable imaginación .
Y concluido el solemne discurso , el buen hombre procedió a presentarse . Dijo llamarse Murashu o Muraschu . El nombre me snó familiar . Residía en Tiberíades y ejercía la profesión de monopolei ( una especie de mayorista en el comercio de trigo , nieve , pescado , fruta y cualquier otra mercancía susceptible de ser importada o exportada ) . Y empecé a atar cabos . ¡ Cuán extraño es el Destino ! Aquel individuo era el contacto del que me había hablado Elías Marcos al abandonar su casa en Jerusalén . Pero discretamente , no mencioné al padre del joven Juan Marcos . En aquellos momentos - dadas las prisas por retomar el módulo - no tenía mucho sentido .
Insistió en que su casa se vería honrada con mi visita .
Por último , introduciendo los dedos de la mano izquierda en la faja tomó una mugrienta bolsa de lana y extrajo una moneda . El bronceado rostro se iluminó y en tono suplicante rogó que la aceptara :
- El Maestrom nos enseñó a dar sin interes ni compromiso . Recíbela en nombre de todos .
Y aproximando el aureus , lo depositó en la palma de mi mano. Cerró los dedos y , a manera de despedida , subrayó:
- Un poco de oro y un mucho de gratitud ... Que el Todopoderoso , que Ab-ba , te siga guiando.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto