En mi opinión es triste e injusto que los evangelistas - y Juan Zebedeo se hallaba presente - no dedicaran una sola línea a los hechos y circunstancias que rodearon a la familia tras la crucifixión y que reflejaban una situación tan comprometida como patética . A no ser , claro está , que la disminuida e histérica imagen del Zebedeo en aquellos momentos influyera - por razones de conveniencia - en el silencio general . Sea como fuere , lo cierto - una vez más - es que se consideran creyentes resultarían estafados .
Y la Señora , recompuesto el ánimo , descendió al inmediato y no menos tenso presente , exponiendo en primer lugar la urgente necesidad de que Santiagovolviera con los suyos , informándoles y tranquilizándoles . Esta - su mujer - y Rebeca no estaban al tanto de los últimos sucesos .
El galileo , en un primer momento , se resistió . Pero María , señalando con los ojos el entramado de las gruesas y << calafateadas >> vigas de sicómoro que jujetaban la techumbre , ayudándose con una pícara sonrisa , le rogó que no olvidara su todavía caliente compromiso :
- Él nos protejerá ...
Y al comprender el significado de aquella mirada - más allá de la hojarasca y tierra apisonada que conformaban el terrado -, la totalidad de los allí congregados , con los ojos pendientes , como tontos , del maderamen , se apresuró a enmendar el error . Las miradas se cruzaron ruborizadas , y la Señora , con una oportuna y franca carcajada , borró los últimos rescoldos de recelo .
Santiago accedió . Se puso en pie y , antes de abandonar la casa , hizo jurar a su cuñado que , al menor síntoma de violencia , correría a avisarle . Despues posando los ojos en los de este explorador , sin necesidad de palabras , me transmitio que la seguridad de su gente también era cosa mía . Agradecí la confianza , replicando con un casi imperceptible y afirmativo movimiento de cabeza . Sonrió y , decidido , se dispuso a desantracar la puerta . Pero , al reparar en la silenciosa y cohibida lámina de David , vayendo en la cuenta de las inciertas circunstancias a las que se enfrentaba el esclavo huido , giró en redondo , interrogando a su madre .
María no dudó . sabía que la Ley asistía al esclavo prófugo y que , incluso , podría haber denunciado al amo por atentar contra su vida . E interpretando el sentir del noble sirviente , tranquilizó a Santiago , añadiendo que , si ése era el deseo del anciano , contaba con la hospitalidad y el socorro de la familia .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y la Señora , recompuesto el ánimo , descendió al inmediato y no menos tenso presente , exponiendo en primer lugar la urgente necesidad de que Santiagovolviera con los suyos , informándoles y tranquilizándoles . Esta - su mujer - y Rebeca no estaban al tanto de los últimos sucesos .
El galileo , en un primer momento , se resistió . Pero María , señalando con los ojos el entramado de las gruesas y << calafateadas >> vigas de sicómoro que jujetaban la techumbre , ayudándose con una pícara sonrisa , le rogó que no olvidara su todavía caliente compromiso :
- Él nos protejerá ...
Y al comprender el significado de aquella mirada - más allá de la hojarasca y tierra apisonada que conformaban el terrado -, la totalidad de los allí congregados , con los ojos pendientes , como tontos , del maderamen , se apresuró a enmendar el error . Las miradas se cruzaron ruborizadas , y la Señora , con una oportuna y franca carcajada , borró los últimos rescoldos de recelo .
Santiago accedió . Se puso en pie y , antes de abandonar la casa , hizo jurar a su cuñado que , al menor síntoma de violencia , correría a avisarle . Despues posando los ojos en los de este explorador , sin necesidad de palabras , me transmitio que la seguridad de su gente también era cosa mía . Agradecí la confianza , replicando con un casi imperceptible y afirmativo movimiento de cabeza . Sonrió y , decidido , se dispuso a desantracar la puerta . Pero , al reparar en la silenciosa y cohibida lámina de David , vayendo en la cuenta de las inciertas circunstancias a las que se enfrentaba el esclavo huido , giró en redondo , interrogando a su madre .
María no dudó . sabía que la Ley asistía al esclavo prófugo y que , incluso , podría haber denunciado al amo por atentar contra su vida . E interpretando el sentir del noble sirviente , tranquilizó a Santiago , añadiendo que , si ése era el deseo del anciano , contaba con la hospitalidad y el socorro de la familia .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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