Pero un inesperado grito nos arrancó del lugar.
Y lo que vi me hizo temer lo peor .
Miriam , arrodillada junto a su madre , chillaba y gesticulaba , reclamando a Jacobo . La Señora , tendida sobre las esteras , parecía desmayada o muerta .
Y Juan , David y Ruth , igualmente sobresaltados ante la inmovilidad de María , se precipitaron junto a Miriam , rodeando a la Señora . La << pequeña ardilla >> , tomando a la madre por los hombros , trató de incorporarla . Pero al descubrir el reguero de sangre que manchaba rostro , cuello y pecho , rebasadas sus mermadas fuerzas , cayó sin sentido .
El albañil se abrió paso como pudo y , descompuesto ante la aparatosa imagen y los ensordecedores chillidos de su esposa , terminó rígido , con la voz , los sentidos y la voluntad definitivamente bloqueados .
No sé de dónde saqué la serenidad . Pero , haciendo oídos sordos a la justificada histeria de Miriam , la aparté sin miramiento , ordenando a David que me asistiera con la lucerna . Y durante unos minutos , con el corazón en un puño , me afané por explorar a la querida amiga y confidente .
La primera impresión estaba equivocada . Maria vivía , aunque su pulso era primoso . Y cuando me disponía a examinar el posible origen de la hemorragia , el Zebedeo , en pie y a mis espaldas , evidentemente recuperado , estalló con una irreproducible sarta de insultos e improperios contra mi persona . Mencionaré tan sólo los más suaves :
- ¡ No te atrevas a tocarla , Bastardo inmundo!... ¡ Hijo del pecado , aléjate !...
El criado le miró sin comprender . Y quien esto escribe , triturando la indignación entre los dientes , fingió no haber oído . El que sí escuchó el feroz ataque del discípulo << amado >> fue Jacobo . Y saliendo de su estupor se enfrentó al Zebedeo , arrinconándolo a empellones contra la pared y jurando por sus difuntos que le rajaría enn canal si volvía a abrir la apestosa boca . Después , regresando junto a la enloquecida Miriam , sin previo aviso y fríamente , le cruzó el rostro de una bofetada . Y el temple pareció instalarse de nuevo en la afligida mujer Y en mitad de un doloroso silencio , el albañil alzó a su esposa , abrazándola con ternura y rogándole que se calmara .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y lo que vi me hizo temer lo peor .
Miriam , arrodillada junto a su madre , chillaba y gesticulaba , reclamando a Jacobo . La Señora , tendida sobre las esteras , parecía desmayada o muerta .
Y Juan , David y Ruth , igualmente sobresaltados ante la inmovilidad de María , se precipitaron junto a Miriam , rodeando a la Señora . La << pequeña ardilla >> , tomando a la madre por los hombros , trató de incorporarla . Pero al descubrir el reguero de sangre que manchaba rostro , cuello y pecho , rebasadas sus mermadas fuerzas , cayó sin sentido .
El albañil se abrió paso como pudo y , descompuesto ante la aparatosa imagen y los ensordecedores chillidos de su esposa , terminó rígido , con la voz , los sentidos y la voluntad definitivamente bloqueados .
No sé de dónde saqué la serenidad . Pero , haciendo oídos sordos a la justificada histeria de Miriam , la aparté sin miramiento , ordenando a David que me asistiera con la lucerna . Y durante unos minutos , con el corazón en un puño , me afané por explorar a la querida amiga y confidente .
La primera impresión estaba equivocada . Maria vivía , aunque su pulso era primoso . Y cuando me disponía a examinar el posible origen de la hemorragia , el Zebedeo , en pie y a mis espaldas , evidentemente recuperado , estalló con una irreproducible sarta de insultos e improperios contra mi persona . Mencionaré tan sólo los más suaves :
- ¡ No te atrevas a tocarla , Bastardo inmundo!... ¡ Hijo del pecado , aléjate !...
El criado le miró sin comprender . Y quien esto escribe , triturando la indignación entre los dientes , fingió no haber oído . El que sí escuchó el feroz ataque del discípulo << amado >> fue Jacobo . Y saliendo de su estupor se enfrentó al Zebedeo , arrinconándolo a empellones contra la pared y jurando por sus difuntos que le rajaría enn canal si volvía a abrir la apestosa boca . Después , regresando junto a la enloquecida Miriam , sin previo aviso y fríamente , le cruzó el rostro de una bofetada . Y el temple pareció instalarse de nuevo en la afligida mujer Y en mitad de un doloroso silencio , el albañil alzó a su esposa , abrazándola con ternura y rogándole que se calmara .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto