Dejé resbalar las puntas de los dedos sobre el cepillo de doble asa y , durante unos instantes , permanecí absorto , recreándome en la imagen de un Jesús alegre y sudoroso , cepillando y hablando con la madera .
Todo seguía igual . Las herramientas , empolvadas, colgaban de los tabiques . Las telarañas redondeaban esquinas y por los rincones descansaban mangos para azadas , mayales para caballerías y trilla y sencillos y livianos arados , todo a medio terminar.
Y el suelo , alfombrado de serrín y rizadas virutas , crujió amable bajo las sandalias . Retiré el tronco que apuntalaba la puerta y , tirando con suavidad de la hoja que comunicaba con el corral , me asomé tímidamente a la noche .
El frescor y un penetrante aroma a tierra mojada me despabilaron momentáneamente .
El frente borrascoso había huido , abandonando en el negro y transparente firmamento un reguero de estrellas que tiritaban rabiosas . Venus y Jupiter , muy próximo entre sí - casi en conjunción -, destellaban como faros a veinte o veintidos grados sobre el horizonte este .
Fue como un presentimiento . Como si los enfurecidos << lamparazos >> del planeta Venus - el astro más brillante aquella noche - quisieran advertirme . Pero ¿ Como imaginar lo qie iba a ocurrir?
La oscuridad gobernaba el lugar . A mi izquierda , en el muro del fondo , zuteaban inquietas las palomas sobrevivientes . Pero tampoco supe << leer >> la advertencia .
Y temiendo tropezar con los múltiples enseres y cachivaches que se apilaban en el desordenado patio , decidí suspender el paseo y regresar a la silenciosa y pacífica sala principal .
Devolví la lámpara a la rugosa superficie de la muela y , lentamente , fui a recostarme en la pared de la fachada , a un paso del rendido sirviente .
Las goteras habían cesado . Y por espacio de algunos minutos - muy pocos - . aquella especie de << aviso >> siguió tronando en mi interior . Pero no supe o no pude traducirlo . El agotamiento me desarmó literalmente y quien esto escribe claudicó .
Es muy posible que nos halláramos todavía en la segunda vigilia ( la medianoche ) - aquella en la que , como reza el Salmo 130 , << el centinela aspira al alba >>- cuando , lamentablemente para todos , el sueño me desconectó de la realidad .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Todo seguía igual . Las herramientas , empolvadas, colgaban de los tabiques . Las telarañas redondeaban esquinas y por los rincones descansaban mangos para azadas , mayales para caballerías y trilla y sencillos y livianos arados , todo a medio terminar.
Y el suelo , alfombrado de serrín y rizadas virutas , crujió amable bajo las sandalias . Retiré el tronco que apuntalaba la puerta y , tirando con suavidad de la hoja que comunicaba con el corral , me asomé tímidamente a la noche .
El frescor y un penetrante aroma a tierra mojada me despabilaron momentáneamente .
El frente borrascoso había huido , abandonando en el negro y transparente firmamento un reguero de estrellas que tiritaban rabiosas . Venus y Jupiter , muy próximo entre sí - casi en conjunción -, destellaban como faros a veinte o veintidos grados sobre el horizonte este .
Fue como un presentimiento . Como si los enfurecidos << lamparazos >> del planeta Venus - el astro más brillante aquella noche - quisieran advertirme . Pero ¿ Como imaginar lo qie iba a ocurrir?
La oscuridad gobernaba el lugar . A mi izquierda , en el muro del fondo , zuteaban inquietas las palomas sobrevivientes . Pero tampoco supe << leer >> la advertencia .
Y temiendo tropezar con los múltiples enseres y cachivaches que se apilaban en el desordenado patio , decidí suspender el paseo y regresar a la silenciosa y pacífica sala principal .
Devolví la lámpara a la rugosa superficie de la muela y , lentamente , fui a recostarme en la pared de la fachada , a un paso del rendido sirviente .
Las goteras habían cesado . Y por espacio de algunos minutos - muy pocos - . aquella especie de << aviso >> siguió tronando en mi interior . Pero no supe o no pude traducirlo . El agotamiento me desarmó literalmente y quien esto escribe claudicó .
Es muy posible que nos halláramos todavía en la segunda vigilia ( la medianoche ) - aquella en la que , como reza el Salmo 130 , << el centinela aspira al alba >>- cuando , lamentablemente para todos , el sueño me desconectó de la realidad .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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