Pero la Señora sabía muy bien lo que hacía . Y aproximándose al decaido discípulo - sin una sola palabra - vino a reprobar la improcedente conducta de los suyos . Enzarzados en la discusión , olvidaron toda prioridad y hasta el más elemental sentido de la hospitalidad.
Los hijos lo comprendieron al instante y , discretay prudentemente , fueron rodeando a la madre . Pero nadie se pronunció.
La Señora , inclinada sobre el inexpresivo Juan , reclamó una lucerna . Ruth , presurosa , le tendió la lampara que iluminaba la mesa de piedra .
Me situé junto a María y , dejamdo el cayado sobre una de las esteras de paja que alfombraban el piso , pasé revista al dócil Zebedeo .
El pulso , algo lento , me preocupó , La piel , pálida y fría , había perdido elasticidad . No descubri , sin embargo , rastro alguno de heridas o contusiones . Sólo unas leves magulladuras en muñecas y tobillos , que atribuí al prolongado roce de las ligaduras.
- ¿ Qué opinas ?
No pude responder de inmediato a la pregunta de la mujer.
Pegué el oído al pecho del discípulo , pero , al margen de la ya referida bradicardia o anormal lentitud del pulso , las presiones cardiacas parecían correctas . Tampoco la frecuencia respiratoria me llamó la atención .
Me hice con la lucerna , , paseando la llama frente a los vidriosos ojos . Y tímidamente , con cierta apatía , las pupilas reaccionaron , escoltando el pausado movimiento .
Traté de entender . Si las informaciones eran correctas , el joven había sido capturado en la mañana del martes , 25 , siendo sepultado de inmediato . Su rescate , en la tarde de aquel jueves , 27 , le colocaba en un evidente estado de inación , aunque en un grado primario y , afortunadamente , sin daño para los sistemas principales . De todo aquello , quizá lo más aparatoso era el fuerte shock emocional . Algo que yo mismo padecí y por razones muy similares..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Los hijos lo comprendieron al instante y , discretay prudentemente , fueron rodeando a la madre . Pero nadie se pronunció.
La Señora , inclinada sobre el inexpresivo Juan , reclamó una lucerna . Ruth , presurosa , le tendió la lampara que iluminaba la mesa de piedra .
Me situé junto a María y , dejamdo el cayado sobre una de las esteras de paja que alfombraban el piso , pasé revista al dócil Zebedeo .
El pulso , algo lento , me preocupó , La piel , pálida y fría , había perdido elasticidad . No descubri , sin embargo , rastro alguno de heridas o contusiones . Sólo unas leves magulladuras en muñecas y tobillos , que atribuí al prolongado roce de las ligaduras.
- ¿ Qué opinas ?
No pude responder de inmediato a la pregunta de la mujer.
Pegué el oído al pecho del discípulo , pero , al margen de la ya referida bradicardia o anormal lentitud del pulso , las presiones cardiacas parecían correctas . Tampoco la frecuencia respiratoria me llamó la atención .
Me hice con la lucerna , , paseando la llama frente a los vidriosos ojos . Y tímidamente , con cierta apatía , las pupilas reaccionaron , escoltando el pausado movimiento .
Traté de entender . Si las informaciones eran correctas , el joven había sido capturado en la mañana del martes , 25 , siendo sepultado de inmediato . Su rescate , en la tarde de aquel jueves , 27 , le colocaba en un evidente estado de inación , aunque en un grado primario y , afortunadamente , sin daño para los sistemas principales . De todo aquello , quizá lo más aparatoso era el fuerte shock emocional . Algo que yo mismo padecí y por razones muy similares..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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